Cuando oímos la palabra compasión, se activan en nuestros cerebros un montón de terminos relacionados. Es lo que llamamos los Marcos Relacionales, es decir los marcos de relaciones de cada elmento que posee un significado y que viene en realidad definidos por los mismos.
Es decir, cuando oyes la palabra compasión, en función de tu historia y tu aprendizaje se activaran muchas otras palabras que le dan parte de su significado. Por ejemplo: condescendencia, debilidad, religión… no sé, he puesto alguna pero las posibilidades son tantas como personas que escuchen la palabra.
Veamos que es esto de la compasión tal cómo nos es útil explicarla y entenderla.
Tanto el Dalai Lama como la Psicología definen la compasión del siguiente modo:
“Estar dispuesto a conectar con el sufrimiento propio o ajeno y comprometerse a prevenirlo o aliviarlo.”
Veamos que significa esto, buscando las bases evolutivas de esta motivación (no me meterés a ello, pero no se considera una emoción, sino un motivo, una motivación).
Pensemos en una madre que ve como su hijo de 2 años se cae al suelo y se echa a llorar. Ha sido una caida que se ha visto fea. Cuando la madre ve a su hijo caerse, ¿qué sucede dentro de ella? Estaremos de acuerdo dentro de la madre aparece congoja, miedo, malestar… no sé, poned la palabra que prefiráis. Tras esto, ¿qué hace la madre? se lanza hacia su hijo para ver que ha sucedido y tratar de resolver o aliviar el dolor. ¿Cómo hace esto? Bien, aquí ya sois todos lectores del blog, así que me remito a hablar de las entradas donde explicamos la continuidad del Sistema Nervioso Autónomo, el cual nos da de 0 a 10 la activación o energía que disponemos. Imaginemos que el niño estaba jugando en un 7 de activación, se cae y se baja a un 2 ya que su parasimpático le rapta. Imaginemos que la madre estaba en una fiesta con otros padres y estaba en un 7 también, cuando la madre se lanza hacia su hijo, ¿se mantiene en un 7? No, de modo natural, la madre baja su nivel de activación a un 2 o 3 para que su sistema nervioso se sincronice con el de su hijo, a este proces se le llama Sintonizar. El sistema nervioso de la madre tiene que sintonizar con el del hijo para que se pueda producir una conexión entre los dos, y desde esa conexión en la que el hijo se siente visto (ya hemos hablado de esto en otras entradas), que pueda ser regulado por el sistema nervioso de la madre. Sólo cuando la madre ha conectado (sintonizado) con el niño, puede decirle, “venga, vamos a jugar”, sino sintoniza con el niño, este no se regula y si no se regula, el niño se quedará anclado en ese colapso vagal o del sisteman nervioso.
Fijaos que interesante. La madre ve al niño caerse y lo primero que surje en ella es sufrimiento, luego debe bajar su activación nerviosa al nivel de la del niño y conectar con él (recordemos la primera parte de la definición de la compasión, “estar dispuesto a conectar con el sufrimiento propio o ajeno”), y luego al curarle la herida, atarle los zapatos o invitarle a ir a jugar, esta comprometiéndose a aliviar o prevenir el sufrimiento de su hijo.
Así que… la respuesta compasiva… tiene una base biológica.
A veces aún así surge el, “hay que dejarle llorar”, vale veamos otro ejemplo.
Imaginemos que un amigo o familiar esta mal anímicamente. Imaginemos que está en una activación del SNA de un 3, y cuando tú le ves ahí tú estas en un 7. ¿Si esa persona te importa, qué haces?
Decirle desde la activación del 7, “Venga levantate y vamonos a tomar algo”
Bajar tu activación al 3, preguntarla si se encuentra bien, y sólo tras conectar o sintonizar los SNA, si tirar de ella hacia el 7 e invitarla a tomar algo.
Cuando habéis estado jodi.. y alguién no ha conectado con vosotros y os dice directamente lo que debéis hacer, o que para adelante… ¿qué efecto a tenido en vosotros? Pues eso…
Fijáos de nuevo.
Lo que funciona es que cuando ves a alguien en ese 3, tu bajes tu nivel de activación a ese 3 y conectes con él. Esta primera parte, es la primera parte de la definición de la compasión, y curiosamente implica de ti algo muy particular: Estar dispuesto a sufrir. Ser compasivo es estar dispuesto a conectar con el sufrimiento propio o ajeno, es decir, estar dispuesto a sentirlo y por tanto sufrir con él. Curiosamente no se hace porque seamos masocas, sino porque ese nervio Vago Ventral tan maravilloso que tenemos y nuestro cerebro, está diseñado para cuando estamos desrregulados, que sean los otros desde sus sistemas nervisos los que nos regulen. Es algo genial.
Aquí suelo preguntar. ¿Es la compasión algo flojo o débil? Recordemos que ser compasivo es decidir sufrir con el otro…. ¿realmente parece eso débil? personalmente y en general en la psicología y en la meditación se considera que estar dispuesto a esto implica coraje o valentía… no parece débil no…
Vamos ahora a la segunda parte de la definición. “Comprometerse a prevenirlo o aliviarlo (el sufrimiento)”. Esta parte, si la primera parte de la definición precisa de corage, esta parte precisa de sabiduría. Por ejemplo, si alguien se está ahogando y me conmuevo con su dolor y me lanzo a salvarle pero no se nadar, no estoy siendo sabio y seremos dos los muertos. A veces, lo más compasivo es no hacer nada o simplemente acompañar, y eso es de por si un aprendizaje difícil. De hecho por lo menos en lo que es mi experiencia personal, bastante difícil.
Así que… vaya con la compasión. A parte de esta definición, la compasión tiene una serie de cualidades, coraje, sabiduría y comprensión (o no juicio, pero creo que comprensión se entiende mejor). Por eso la entrada anterior de la compasión iniciábamos tratando de comprender por qué la gente hace lo que hace aunque sean maldades y veíamos aquello de que lo hacen porque sufren y quieren dejar de sufrir. No lo justificábamos, intentábamos comprenderlo.
Y… vamos por fín a realizar el triple salto mortal.
Entendemos que con los niños y con los amigos, antes de intentar sacarlos del estado de activación del sistema nervioso en el que se encuentran debemos conectar con ellos, o lo que es lo mismo conectar con su malestar, sufrimiento y dolor… y que sólo tras conectar con él, podemos regularlos al sentirse vistos, sostenidos, apoyados, comprendidos, y sólo desde allí podemos llevarlos a un estado autónomo distinto.
Vale… ¿qué tal os va conectando con vuestro dolor y sufrimiento? Los estudios muestran que la activación cerebral de una persona que está meditando es similar a la de un niño con un cuidador con el que tiene apego seguro, es decir, un cuidador con el que el niño siente regulado su sistema nervioso. Dicho de otro modo, parece que la meditación parece trabajar en pos de conseguir que podamos regularnos a nosotros mismos o regular nuestro sistema nervioso desde al menos esa parte más comprensiva de nosotros. Recordad y revisad las entradas anteriores, todo lo que es respuesta de lucha, huida y congelación, no es estar regulado y tiene de hecho múltiples efectos perniciosos para la salud porque nuestro metabolismo se encuentra en modo sobrevivir y no de regeneración y cuidado. Y no, no estamos regulados, os lo digo como psicólogo que ve pacientes habitualmente y cómo profesor de yoga, qi gong y meditación… acostumbrarse a vivir con el sistema nervioso desregulado no es estar regulado, es estar cronicamente jodid….
De hecho… ¿cuándo tenemos dolor y sufrimiento, qué hacemos con él? En lugar de conectar con él, tratamos de hacer todo lo posible para eliminarlo, dicho de otro modo, luchar con él para cambiarlo, huir de él para no verlo, e incluso congelarnos para no sentirlo…. ¿cuál es vuestra experiencia con esto? Es probable que a corto plazo, incluso por unas horas, se alivie… pero ¿realmente lo resuelve?
Conectar con el dolor, no es regodearse en él, es relacionarse con nuestro dolor de un modo distinto, con coraje, con amabilidad, con comprensión (es razonable que dada mi historia esto me produzca esta emoción o este dolor), y con sabiduría… y aquí la sabiduría empieza por el deseo de conectar para poder regularnos a nosotros mismos desde esa maravillosa comprensión.
Aún así, esta entrada y este tema es muy, muy complejo. Esto lo desarrollo muy poco a poco en las sesiones presenciales tanto de meditación cómo de terapia, y por ello entiendo y lo he visto muchas veces, todos vuestros peros y reticencias.
Esta entrada surge sobre todo para algunos de vosotros que me habéis preguntado y preguntado incluso cómo explicarlo y enseñarlo y aquí os doy algunas pautas que creo importantes, pero de verdad comprendo que es un tema realmente arduo y difícil.
Para darle más contexto a este tema, os vuelvo a dejar el audio de la compasión en el siguiente link, y en la siguiente entrada, de nuevo de la clase de Alcalá de Henares, otro ejercicio y explicación sobre cómo aplicar todo esto. Sin embargo:
La mayor parte de las personas sienten premura en aprender a gestionar sus emociones, enfados, tristeza, frustraciones… en el segundo audio doy un ejercicio que para mí es de los que mejor que me ha funcionado jamás. Sin embargo… es arduo… hacerlo puede ser empezar la casa por el tejado sino hemos aprendido a sentir el cuerpo, a sentir la alarma del cuerpo, a discriminar las emociones, a discriminar los pensamientos que van con las emociones, así como a distanciarnos de esas emociones y pensamientos que son repetitivos y que tenemos la experiencia de que vuelven una y otra vez. Sin todo ese trabajo previo (por eso empezamos con sentir el cuerpo), no funcionará… y no vale con saberse la teoría, aquí hablamos de experiencia y práctica. Aún así, en el segundo audio os dejo dicho ejercicio, para quien quiera y pueda, y sino quizás porque os de una motivación y empuje para los trabajos más básicos.
Ánimo, sentir, sentir, sentir y lo que necesitéis me contactáis.
El segundo vídeo con el mencionado ejercicio.