¿Quién soy yo? Responde si te atreves después de leer esto.
El problema del lenguaje y la intención paradójica.
¿Quién soy yo? es una pregunta clásica que en algunos sistemas de meditación se ha usado como eje central. Te respondo a ella y si no entiendes estas líneas, pasa un poco más abajo, que viene toda la explicación psicológica de esta respuesta donde está el dibujo de la pipa.
Y responde ¿quién soy yo?
Si quiero encontrarme, no me encuentro.
Me encuentro cuando no me pienso.
Si quiero sentirme seguro, no me siento seguro.
Cuando quiero sentirme seguro me estoy pensando para protegerme, yo, no puede representar yo, pero mirando el concepto me busco, lo confundo con la cosa, no me encuentro, porque no lo representa, lo que busco no es la cosa, no me encuentro y por ello no puedo sentirme seguro, yo, no es la cosa, es la representación (falsa), mi ansiedad y mi malestar aumenta porque no tengo modo de proteger lo que no encuentro, no puedo proteger yo.
Me confundo, no encuentro yo, y yo soy mis defensas, lo que hago para proteger lo que no encuentro, es lo único que puedo tocar y confundo el continente con contenido, y mi protección se confunde con lo real, esas defensas soy yo, así que yo soy eso traumatizado que necesita protección, no estaba, y mis actos lo crean, y en un bucle prefecto, yo lo creo y se ha autocompletado. Una armadura vacía, me define y dentro yo, no hay más que vacío. Mi identidad, mi yoidad fijada a través de las reacciones automáticas de autoprotección. Ese yo, es el que busco, para proteger, porque es autoprotección, en concepto y en representación.
Si, ¿no tiene mucho sentido verdad? Quizás si entendemos la mente lo tenga. Empecemos.
Aquí no me queda otra cosas que primero hablar someramente del lenguaje.
Aquí el genial Magritte nos puede dar una intuición del tema del lenguaje que queremos abordar. Si esto no es una pipa, ¿Que diablos es? Fácil, la representación de una pipa.
Sabemos hoy desde la teoría de los marcos relacionales que el cerebro tiende a confundir la representación de las cosas con las cosas en sí. Es algo evolutivamente beneficioso, cuando nuestros ancestros gritaban “tigre” era adaptativo que reaccionásemos ante ese sonido (que es una simple representación del animal), como si del tigre auténtico se tratase poniéndonos así a salvo.
Sin embargo esta tendencia a confundir los símbolos y el lenguaje con las cosas, hace que podamos tener “miedo” de nuestros recuerdos, y generar ansiedad y estrés ansiedad y todo un rango de emociones a partir de pensamientos de todo tipo que no son las cosas, sino representaciones de la realidad, y además muchas veces hipótesis sobre las representaciones de la realidad (es decir aún menos reales que un simple símbolo), y además a veces incluso juicios o valoraciones sobre las hipótesis de la realidad. Así que como se suele decir, cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia, y sin embargo todo eso que surge en modo de símbolos y representaciones en nuestra mente, nos hace reaccionar como si fuera la propia realidad y de un modo ajustado lo que está sucediendo.
Simplificando mucho la cuestión, pero en realidad profundizando en ello, piensa conmigo si por ejemplo la palabra “amor” es realmente una representación ajustada y precisa de lo que quiere representar, de todas esas sensaciones, emociones, pensamientos, conductas que hacemos cuando sentimos amor.
Parece entonces que:
Por un lado el lenguaje no es muy preciso como símbolos de representación de las cosas en si (no pongo en duda su funcionalidad y ventaja evolutiva, simplemente describo lo obvio).
Que además confundimos esas representaciones ni ajustadas ni precisas y que además a menudo son sobre hipótesis y sobre valoraciones o juicios sobre las mismas que distando mucho de la cosa en si y de la realidad, nuestro cerebro confunde con la realidad en si.
Vamos que… ¿estamos jodidos no?
Así que ahora, si te atreves, responde a esto ¿Quién soy yo? Parece que la mente conceptual o verbal no sirve para esto. Tiene su límite.
Vamos a empeorarlo aún más.
Hace ya muchos años se descubrió un fenómeno psicológico que se vino a llamar intención paradójica.
Es un fenómeno que describe situaciones en las que cuanto más esfuerzo haces para conseguir algo, consigues lo contrario. En realidad tiene que ver con el intento de controlar sensaciones, emociones o pensamientos que no están dentro de lo que podemos controlar.
Por ejemplo:
Si tienes mal dormir y dices, hoy tengo que dormir bien que mañana tengo una reunión muy importante, vas a intentar hacer cosas y esforzarte para dormir, y el efecto va a ser que puedes estar toda la noche en vela. Curiosamente, cuando suene tu despertador, si dejas que suene a los 10 minutos, te dormirás en esos minutos y dirás ¿cómo es posible?, sencillo, dejaste de intentar dormir y te dormiste.
En la tartamudez se sabe que cuanto mayor es el esfuerzo por no tartamudear mayor es el tartamudeo, una estrategia es decirles “ahora me vas a repetir eso tartamudeando más que en toda tu vida” de un modo brusco e imperativo.
Ejemplo que me encanta, acercarte a alguien que este con ansiedad y decirle, tranquilo, no te pongas nervioso, respira… ¿te crees que no lo está intentado? y cuanto más lo intenta, más ansiedad le aparece.
Lo mismo con el enfado, el efecto de “me enfada enfadarme”, no quiero estar enfadado y me enfada eso.
Pues esta intención paradójica nos muestra un montón de experiencias que no están bajo el control volitivo del ser humano y que paradójicamente, cuanto más intentamos controlarlas más tenemos el efecto contrario.
También sucede en procesos complejos como los siguientes ejemplos:
Querer hacer muy bien algo que sea multifactorial y complejo. Cuanto más esfuerzo ponemos más sentimos a menudo que peor lo hacemos.
Querer caerle bien a alguien, nos lleva a sobreforzarlo, desaparece la naturalidad, la otra persona, su cerebro autónomo lee nuestro esfuerzo y percibe que estamos estresados (por caerles bien, aunque eso no lo sabe nuestro cerebro, solo que estamos estresados), si estamos estresados es que algo no va bien, su cerebro se pone alerta y entonces, sorpresa, les caemos mal.
¿Curioso no?
Así que todo esto de la intención paradójica nos lleva la siguiente ley, lo que quieres, no lo tienes y lo que no quieres, lo tienes.
Bien, ahora juntemos:
El problema de la capacidad del lenguaje para representar ajustadamente las cosas (incluidos las experiencias y fenómenos internos).
El fallo del cerebro de confundir esa representación con la realidad.
La intención paradójica, lo que quieres, no lo tienes.
Y responde ¿quién soy yo?
Si quiero encontrarme, no me encuentro.
Me encuentro cuando no me pienso.
Si quiero sentirme seguro, no me siento seguro.
Cuando quiero sentirme seguro me estoy pensando para protegerme, yo, no puede representar yo, pero mirando el concepto me busco, lo confundo con la cosa, no me encuentro, porque no lo representa, lo que busco no es la cosa, no me encuentro y por ello no puedo sentirme seguro, yo, no es la cosa, es la representación (falsa), mi ansiedad y mi malestar aumenta porque no tengo modo de proteger lo que no encuentro, no puedo proteger yo.
Me confundo, no encuentro yo, y yo soy mis defensas, lo que hago para proteger lo que no encuentro, es lo único que puedo tocar y confundo el continente con contenido, y mi protección se confunde con lo real, esas defensas soy yo, así que yo soy eso traumatizado que necesita protección, no estaba, y mis actos lo crean, y en un bucle prefecto, yo lo creo y se ha autocompletado. Una armadura vacía, me define y dentro yo, no hay más que vacío. Mi identidad, mi yoidad fijada a través de las reacciones automáticas de autoprotección. Ese yo, es el que busco, para proteger, porque es autoprotección, en concepto y en representación.
Si esa identidad se define por ese concepto y representación de autoprotección y vulnerabilidad. ¿Como sanarnos? ¿Cómo liberarnos? Por favor respóndeme desde tu experiencia y tu opinión.
Abrazos a vuestros yoes traumáticos.