¿Por qué no me sacio con los alimentos hipercalóricos?
Un ejemplo del cerebro desajustado, sentir y también... comprender
Quizás si alguien nos dice que nuestro cerebro está desajustado, lo primero que nos surgirá es; “Será el tuyo”… Esa es una nueva buena oportunidad para ver si estamos en hiperactivación simpática o hipoactivación parasimpática.
Ahora en serio, veamos que queremos decir con esto del cerebro desajustado.
Ya explicamos en la entrada anterior cómo nuestro cerebro posee elementos que vienen de momentos evolutivos muy anteriores, de tal modo que las respuestas de huida, ataque, lucha, responden a grandes adaptaciones funcionales a lo largo de la historia de la vida en la Tierra que sin embargo hoy en nuestro contexto pueden ser disfuncionales. Para entender este “desajuste” que se puede producir, vamos a aprovechar y vamos a hablar un poquito de alimentación, así damos alguna pauta de saldu a la vez que entendemos cómo funciona nuestro cerebro y así vamos entendiendo además qué podemos hacer.
¿Te has dado cuenta cómo los alimentos hipercalóricos no te sacian? ¿a qué nos referimos? Sencillo, cuando comes lo que llamamos comida basura, te das cuenta de que comes mucho más de lo que comes cuando no es comida basura, e incluso te puedes sorprender de la cantidad que has comido. Luego quizás sientas la digestión pesada o duermas mal, pero mientras comías, era como que no sentías que te llenases. Nos referimos a bollería, galletas, snacks, patatas fritas, hamburguesas… creo que no necesitamos explicar mucho más de esto.
¿Por qué cuando comemos sano nos saciamos más rápido que cuando comemos alimentos hipercalóricos, es decir con mucho hidrato de carbono? Sencillo, por un mecanismo evolutivo. En los contextos en los que evolucionó el hombre parace que no había alimentos hipercalóricos. El hombre del pasado podía estar grandes periodos de ayuno, así que cuando encontraba alimentos hipercalóricos (algunas frutas cómo higos, dátiles), era funcional para su organismo no saciarse de ellos, no sentirse ellos, para comer todo lo que pueda y así guardar reservas por si tardaba en volver a encontrar comida.
¿Pero en que se traduce en el cuerpo está adaptación de no saciarnos? Ya hemos hablado de una pequeña estructura cerebral que se llama hipotálamo y que es la que cambia el estado del cuerpo. Es también por tanto la estructura que controla el hambre y la sed. Cuando comemos alimentos hipercalóricos, como evolutivamente tenía sentido “atracarnos” de ellos, este hipotalamo, SE INFLAMA, de hecho el termino correcto es neuroinflamación (sólo desde el año 2015 se descubrieron estos procesos inflamatorios cerebrales que están… detrás de casi todo).
La inflamación es un proceso beneficioso del cuerpo, que ayuda a la limpieza y regenaración de tejido. De hecho es un proceso que se inicia de modo preventivo antes de necesitarlo, explicamos tres situaciones:
Evolutivamente hablando, cuando estamos ante una amenaza, por ejemplo un depredador, al estresarnos por él, el cuerpo empieza a inflamarse para poder reaccionar más rápido las sustancias inflmatorias ante la previsión de que el depredador nos va a herir.
Cada vez que comemos y nos da ese sueño de después de comer, se le llama inflamación postpandrial, es decir, inflamación después de que el pancreas funcione tras comer. El sentido es que al comer los alimentos pueden tener bacterias, parásitos, virus, y el sistema inmune se activa cuando comemos por si los alimentos llevasen algo de esto.
Como hemos dicho, antes alimentos hipercalóricos, se inflama el hipocampo, así no nos da señal de saciedad, y además ante esa posibilidad de que estos alimentos hipercalóricos (que evolutivamente eran ciertas frutas) tuviesen un gusano u otro parásito, se inflama el cerebro por si acaso, para que si entrase algún parásito y atravesase la barrera hematoencefálica (a día de hoy sabemos que es mucho más permeable de lo que creíamos), hacerle frente.
Todo lo anterior ha sido evolutivamente muy bueno y funcional, pero a día de hoy es totámente disfuncional, puesto que hay un desajuste entre el cerebro y nuestro entorno. Se ha puesto de moda el termino “el cerebro egoista” que se refiere a esto, el cerebro parece ir a lo suyo, sin tener en cuenta que puede ser malo para nosotros. Yo no lo veo cómo egoista, sino como heredero de su propia historia, y comprendiendo su historia podemos mejorar su ajuste. Veamos sin embargo ese desajuste de los tres casos anteriores señalados:
A día de hoy como ya vimos, sentimos como “amenazas” muchas cosas diversas, incluso algunas (pensamientos, emociones…) que van con nosotros. Eso genera un estado de estrés ante la amenaza continuado, que genera un estado crónico de inflamación. Insistimos, la inflamación es buena, porque limpia y ayuda a la regeneración de tejido, pero estas funciones solo son posibles en inflamaciones agudas y puntuales, la inflamación se vuelve disfuncional y genera enfermedad si se produce de un modo crónico porque el tejido no se va a regenerar nunca, y en esa función de limpieza la propia inflamación va a dañar tejido en este caso sano. (En este dejuste nos vamos a centrar mucho, pero en esta entrada nos centramos en el 2 y el 3 que son los alimentarios porque de algún modo se entienden muy bien y así tenemos una excusa para mejorar nuestra salud).
Inflamarse tras las comidas tenía el sentido explicado, pero el ser humano y los animales de los que descendemos, no evolucionaron en entornos donde la comida siempre está disponible. Al tener comida siempre disponible y estar picoteando constantemente, estamos básicamente siempre inflamados.
Nota: cuando estamos inflamados la energía metabólica va al sistema inmune y se retira del sistema nervioso, de ahí ese estado de cansancio que muchos arrastramos a pesar de llevar “vidas sanas”.
A día de hoy tenemos también acceso contínuo a alimentos hipercalóricos, por lo que tu cerebro inflama el hipotálamo (en muchas ocasiones de modo casi continuo) y ante eso elimina la respuesta de saciación. La inflamación continuada del hipotálamo deteriora el hipotálamo y el hipotálamo… es el que cambia el estado del cuerpo… No suena a algo que queramos hacer.
¿A dónde queremos llegar con todo esto?
Ya hemos hablado también de cómo el 95% de los procesamientos del cerebro son automáticos y se encuentran fuera de tu consciencia.
Hemos estado hablando también de ir haciendo algunos de estos más conscientes.
¿Cómo se sienten estos desajustes del cerebro?
En el caso de las amenzas sentimos esas pequeñas activaciones que nos hacen sentir que estamos en respuestas de alerta o de peligro, lo que en la entrada anterior llamábamos huida, lucha o congelación.
En el caso de la nevera llena, sentimos el impulso de comer aunque no tengamos hambre, nuestro cerebro, a pesar de no tener hambre, nos dice “come”… y sabes que no es la parte consciente, sino que son otras partes, pero total, cómo no pasa nada (o eso creías) pues cedes a esos impulsos.
En el caso de los alimentos hipercalóricos, los comes, y según los comes, el cerebro te sigue diciendo “sigue”. ¿No es el caso extremo el de las patatas fritas y algunas cosas similares que cómo dice algún anuncio cuando empiezas no puedes parar?. Sientes el impulso de tu cuerpo, y total, al igual que antes, cómo creías que no pasa nada, pues adelante, el cuerpo sabe…
Si, el cuerpo sabe, y el cerebro es tu gran amigo, pero tenemos que entender dos cosas:
Es fruto de una evolución de cientos de millones de años y lo que le ha funcionado hace millones de años de modo continuo sigue estando en ti.
Esa evolución se ha producido en entornos dónde a lo que “te impulsa” tu cerebro era funcional pero hoy… es disfuncional y te lleva a la enfermedad (en este caso estamos mirando la enfermedad física, en las anteriores entradas hablábamos o empezábamos a hablar del malestar emocional y psicológico).
El propio cerebro tiene la solución en la corteza prefrontal, en la parte evolutívamente más reciente (que bien usada puede resolver estos desajustes), pero esta parte para resolver estos desajustes necesita 3 cosas:
Sentir el estado o el impulso del cuerpo (sino, no sabrá que regular).
Comprender ese impulso y ponerlo en relación con el entorno actual. ¿Podríamos llamar a esto (y todavía no me he metido en eso ya que va a ser complejo), estar aquí y ahora? un aquí y ahora que incluye el estado del cuerpo y el entorno en el que nos encontramos.
Como no ceder a los impulsos implica un esfuerzo, necesitamos tanto la puesta en relación de nuestro estado corporal con el entorno, así como una razón para ese esfuerzo… Es lo que las psicologías de tercera generación llamamos como: “estar dispuesto a (realizar ese esfuerzo, en este caso no ceder al impulso del cuerpo), para (la razón, en este caso, mantener mi salud). Por eso es importante que comprendamos bien esto, de tal modo que nuestros centros superiores del cerebro puedan ejercer las acciones inhibitorias sobre estas regiones más primitibas y hoy desajustadas del cerebro ante nuestro entorno actual.
Así que, aquí va tu tarea.
Observa cómo te sientes (como sientes tu cuerpo así como tus impulsos) cuando consumas alimentos hipercalóricos. ¿Puedes darte cuenta de que no te sacias porque tu cerebro (automático) te dice que sigas comiendo? ¿Puedes simplemente permanecer con ese impulso, es decir no tratar de cambiarlo, o eliminarlo y sin embargo hacer algo distinto que seguir comiento, por ejemplo parar? ¿Qué sucede en tu cuerpo, en tus sensaciones cuando haces esto segundo?
Ante el impulso de ir a la nevera sin hambre, pero con… ¿gula? ¿un impulso de algún tipo? Tu cerebro ha detectado que hay comida y te dice “Consúmela”… ¿Cómo se siente ese impulso, ese deseo? ¿Cómo se siente el cuerpo? ¿Es realmente necesario atender ese impulso? ¿Puedes simplemente permanecer con ese impulso, es decir no tratar de cambiarlo, o eliminarlo y sin embargo hacer algo distinto que comer? ¿Qué sucede en tu cuerpo, en tus sensaciones cuando haces esto segundo?
Y si te atreves… ¿Notas cuando estás un poco desregulado en modo huida-ataque o congelación? ¿Puedes siendo consciente de ese impulso, sin enfadarte con él, o tratar de cambiar el impulso, simplemente comportarte de un modo diferente a lo que esos impulsos a menudo desajustados te invitan a hacer?
En la próxima entrada explicaremos por qué es intersante hacer algo distinto… y no se trata de fingir… ¿a alguien se le ocurre?
¡Ánimo a todos!
Sentir, sentir, sentir….