¿Por qué implementar el hábito de meditar? ¿para qué?
¿Qué es meditar? ¿para qué me sirve? ¿por qué tengo que manterme conectado a este para qué?
Para saber por qué o para qué implementar el hábito de meditar, quizás primero deberíamos empezar por algo más básico. ¿qué es meditar?
La meditación creo que puede ser uno de los sistemas peor entendidos en nuestra sociedad.
Hemos hablado en la anterior entrada de una teoría del lenguaje, la teoría del marco relacional, y desde ahí de los Marcos relacionales, es decir, simplificando, los conjuntos de relaciones (siguiendo unas reglas que no voy a explicar aquí), que establecen distintos elementos en nuestra mente.
Esos marcos de relación, hacen que en función de la historia personal de cada uno de nosotros, la meditación este enmarcada (relaciona) con diferentes elementos, entre los cuales se transfieren funciones de diverso tipo (no sólo las aversivas y apetitivas de las que hemos hablado). Al no ser nuestra cultura una cultura en la que la meditación sea una parte, las relaciones que hemos podido establecer con esta palabra y acción son tan diversas como las películas y como las múltiples cosas que se llaman meditación y que no tengo claro del todo que lo sean. Hoy casi parece que todo es meditación, y sin embargo no parece que “estemos mejor”.
Las culturas orientales, detrás de esa estética y simbología que tan atractiva nos resulta, son tremendamente pragmáticas y funcionales. Con esto quiero decir, que lo que no es útil de algún modo es desechado. A menudo vemos la estética y no la función, y copiamos la estética sin tener en cuenta la función.
Meditación son sistemas psicológicos desde mi punto de vista muy muy finos, que han surgido en diferentes zonas o tiempos históricos. A menudo, dado el beneficio que traían sobre la mente y como explicaremos más adelante en el modo en el que una persona se relaciona con su contexto (su mundo interior, pensamientos y emociones, su entorno y los demás), se han incorporado de uno modo u otro a sistemas de creencias y religiosos (algo que se debe de entender también en el contexto concreto del momento en que se desarrollan), pero comprendiendo hoy dos cosas. Todos los sistemas religiosos o de creencias tienen prácticas psicológicas aunque a veces no las reconozccamos por estar inbuidas e aspector rituales, y como consecuencia cambiando el contexto, podemos entender y practicar dichas prácticas sin pertenecer o practicar el aspecto espiritual o de creencia. Aunque esto es como todo, el que lo quiera separar, lo puede separar y el que no, puede juntarlo. En algún momento también explicaremos la genialidad psicológica que implica el desarrollo de ciertas creencias, pero por el momento no nos vamos a meter en eso.
Como sistemas psicológicos que trabajan con la mente del ser humano, se basan en los mismos principios aunque a menudo tomen estéticas o formas diferentes, que hacen que cuando no profundizamos en lo que hay detrás de los ejercicios o las estéticas, nos quedemos en esa estética que toma en lugar de los procesos que estan describiendo y sobre los que nos proponen intervenir de algún modo. Esto puede hacer que dos personas desarrollando formalmente el mismo ejercicio, en realidad no lo están aplicando del mismo modo y no va a tener los mismos efectos sobre los procesos de la mente.
Un muy buen ejemplo es en las prácticas psicofísicas, yoga, qi gong, el mantener una postura estática hasta “una hora”, lo cual siempre han dicho, “fortalece la voluntad”, y no, no la fortalece más que para hacer la postura y puede no tener reflejo tu vida cotidiana, a no ser que como vimos en el post anterior con los marcos de relaciones y las transferencias de funciones, peguemos un salto para generar relaciones y transferencias entre este ejercicio y nuestra vida… Así que… mismas prácticas formales… distintos resultados… como dice el profesor que sigo de conexión y mecánica interna, no vale con saber que hacer, sino cómo hacerlo y aquí añado, para qué.
Vale, ya sabemos que la meditación es un sistema psicológico y ahora ¿para qué debería practicarlo? (El como iremos entrando poco a poco, sabiendo que lo que planteo es no un sistema forma de meditación, sino un sistema de psicomeditación, con mezcla de trabajos clásicos y modernos, porque los psicólogos hemos estudiado sistemas psicológicos y la meditación clásica son… “sistemas psicológicos”).
Antes de continuar, las personas que realicéis prácticas de meditación formal, no estoy negando otros aspectos espirituales o trascendentales de la meditación, lo único que digo es que dentro de la meditación está todo un sistema de psicología que puede ayudarnos a “liberanos” de nuestra historia personal “karma”, que genera una serie de tendencia y hábitos en forma de marcos de relaciones en las que tenemos pensamientos, emociones y acciones y donde tendemos a hacer lo que ya hemos hecho en el pasado, quedando determinadas nuestras acciones por lo que ya hicimos en el pasado, y que estos sistemas nos enseñan cómo trabajar para poder liberarnos de la esclavitud de nuestra historia personal, de nuestros pensamientos y emociones, sin tener que desacernos de nada de ello porque son parte de nuestro pasado y nuestro pasado no puede ser cambiado.
Dicho esto, para entender por qué y para qué sería interesante para ti incorporar un hábito de meditación, retomemos la entrada anterior,
tenemos que comprender los efectos que tienen las acciones que desarrollamos en sus últimas consencuencias, para contactar con las funciones que dichas acciones tendrán en el tipo de vida que queremos vivir y trasladarlas a la acción que desarrollo aquí y ahora, a la vez que contacto con lo que es importante y valioso para mi, para poder valorar que tipo de acciones me llevarían al tipo de vida que quiero vivir y poder trasferir las funciones de esas acciones mantenidas en el tiempo a lo que hoy me está costando hacer porque cuesta esfuerzo.
Así que; ¿para qué meditar?
Lo primero es contactar o plantearte que tipo de persona quieres ser. Al hacerlo, no nos es muy útil valorarlo del modo quiero ser generoso, o amable o … no, se queda muy en abstracto y no se suele materilizar demasiado en acciones que generen un cambio en tu vida. En lugar de eso, vamos a plantearlo de un modo diferente (es un poquito más complejo y es un trabajo bastante arduo que solemos desarrollar a menudo en terapia, pero aquí lo esbozaremos para que podáis en alguna medida hacerlo). Pensad en las facetas importantes de vuestra vida, si queréis en los diferente roles. Rol de padre, madre, hijo, hija, amigo, amiga, hermano, hermana, trabajador, trabajadora, compañero o compañera de trabajo, rol de cuidado personal, rol de persona disfrutando de tiempo libre… primero por tanto mirad a ver cuales son los roles que desarrolláis en vuestro día a día.
Una vez pensados, mirada a ver intentado dejar a vuestra historia a un lado, cómo seríais idealmente en cada una de esas facetas, es decir, sino entras en tu historia personal y al padre o madre concreto que te ha tocado, sino tuvieras en cuenta eso, ¿cómo serías idealmente como hijo o hija? y en este idealmente no nos referimos a lago abstracto, sino ¿cómo te comportarías?, llamarías a tus padres, no les llamarías, irías a verlos, no irías a verlos, cuando hablas con ellos les discutirías todo porque no tienen razón, o escucharías lo que les preocupa….es decir, idealmente como te gustaría verte comportándote en cada una de esas facetas.
Es fácil que aquí entre tu mente a lo bestia, diciéndote, “ya, pero es que si hago esto, me comen”… o cualquier otra maravilla de las que la mente está acostumbrada a decir. No se trata ahora de trabajar o de ver las barreras (que eso de por sí es todo un capítulo, o una colección de libros), ahora se trata de conectar con “cómo nos gustaría vernos en nuestra vida” y conectar con cómo te sentirías si fueras esa versión de ti.
Tras ver cómo sería nuestro yo ideal, podemos preguntarnos qué nos impide ser nuestro yo ideal. Si por ejemplo me dices “mi yo ideal llama a mi madre cada pocos días para cuidarla un poco, pero no lo hago porque empieza siempre con lo mismo y no hay quien la soporte”. Vale, ¿realmente no la llamas porque no la soportas? o ¿no la llamas porque despiertan en ti emociones que te hacen sentir muy mal y como no te gustan esas emociones prefieres no llamarla para que no aparezcan? parece lo mismo pero no lo es, no es que mi madre sea insorportable, es que no soporto las emociones que me vienen en ciertas situaciones (esto hay que indagarlo mucho más). Pero aquí te hago la siguiente pregunta ¿si no apareciesen esas emociones o malestares cuando llamas a tu madre, la llamarías? ¿incluso si ella se comporta igual y la única diferencia es que no te surgen estos malestares? ¿interesante no?
Lo que descubrimos es que lo que hace que no nos dirijamos al “yo ideal” que podemos descubrir, son NUESTRA RELACIÓN con nuestros pensamientos y emociones. Cuando planteo a los alumnos y pacientes ¿si no tuvieras estos pensamientos o emociones, lo harías? la respuesta suele ser “si, lo haría” así que parece que algo pasa con nuestros pensamientos y emociones y sobre todo con el como nos relacionamos con ellos, para que de algún modo sean ellos los que acaben decidiendo lo que hacemos y lo que no. No me voy a meter mucho en ello, pero estamos en un contexto cultural en el que la relación con estos pensamientos y emociones es tratar de eliminarlos, y la gran pregunta que podría haceros, y que nos hicimos en la última entrada con la pregunta del “efecto último de lo que hacemos” ¿qué efecto y consecuencias últimas tiene que intentéis eliminarlos? ¿os ha ido bien haciéndolo? sobre todo si esa pregunta la hacemos en un sentido profundo y vital de si realmente ha cambiado algo en profundidad….
Parece pues, pero no me voy a meter en ello, porque sería hablar del cómo, y ahora estamos en el para qué. Me vale con que nos quedemos con que el timpo de relación que tenemos de quitar la ansiedad, no tener esos pensamientos o esas sensaciones (y por lo tanto salir o huir de las situaciones y acciones que pueden despertarlos, etc…), no nos está dando el mejor resultado. ¿Cómo sabemos esto?
Con esa relación actual que tienes con tus pensamientos y con tus emociones, con lo que te viene cuando estás en situaciones difíciles, y que parece que te llevan a comportarte de ciertas maneras. Ese modo en que te comportas al viento de las emociones y pensamientos que te vienen… ¿te acercan o te alejan de ese yo ideal del que hablamos antes? Si te alejan… ¿como te ves y te sientes cuando te ves alejándote del “yo” que te gustaría ser? y ¿cómo te ves dentro de 10 años si sigues haciendo las mismas cosas? por ejemplo, si es fácil que acabes gritando a tus hijos, ¿cómo ves tu relación con ellos dentro de 15 años? ¿te llaman? ¿te van a ver? ¿es el tipo de relación que quieres tener con ellos?
AQUÍ ESTÁ EL PARA QUÉ…
Viendo los 4 puntos anteriores, si ves que el modo en que te relaciones con tus contenidos mentales (pensamientos, emociones, recuerdos, sueños…), te lleva a realizar acciones en el modo en que te relacionas con el entorno y los demás que te alejan del “yo ideal” que te gustaría ser…
Necesitas meditar… o si quieres, necesitas entrenar y fortalecerte para aprender a gestionar tus emociones y pensamientos de un modo distinto, de tal modo que tú puedas elegir que haces, y que esas acciones vayan conectadas o dirigidas hacia las cosas que son importantes para ti, en lugar de dejarte llevar por las emociones, pensamientos y demás contenidos que simplemente vienen y van como quieren y a veces llevándote lejos de donde quieres ir.
¿Y cómo hacerlo?
En la práctica formal de meditación se realizan los ejercicios principales dentro de un contexto, o dicho de otra manera, primero antes de dichos ejercicios se tienen que realizar unos que deben hacerse siempre al iniciar, y otros al final, y en medio lo que quieras meter.
Los de inicio incluyen algo que no voy a explicar ahora que se denomina “toma de refugio”. En dicha toma de refugio a menudo se invita a durante un instante realizar una medación reflexiva. Es la siguiente:
“¿Para qué y por qué me siento a meditar hoy?
Simplificando prentende hacer todo el análisis anterior, ¡¡cada vez que te sientes a meditar!! ¿por qué? porque es el modo de transferir y mantener la transferencia de funciones apetitivas a dedicarte un rato a sentarte y meditar, haciéndolas más fuertes que las aversivas de la pereza, el dolor de espalda, el aburrimiento….
Necesitamos tener claro el para qué para pode mantenernos conectados a la fuente de motivación que nos permita realizar acciones (en este caso meditar), que son costosas e implican esfuerzo.
Así que no sólo necesitamos tener claro el para qué, (en la tradición se suele acabar diciendo porque sufro y quiero dejar de sufrir, yo prefiero como la iluminación no es mi objetivo, porque sufro y quiero aprender a relacionarme con el sufrimiento de tal modo que me permita dirigirme al tipo de vida que quiero tener, ser el tipo de amigo, pareja, profesor… que quiero ser), sino que además necesitamos recordárnoslo y mantener el conctacto con ello, sino… la pereza ganará…
¿Te sientas hoy a meditar?
Sentir, sentir, sentir…