Hackeando el cerebro desajustado II
2. Presencia de señales de seguridad: La neurobiología del nosotros, no soy un yo, soy un nosotros. Sentirme sentido.
En las dos anteriores entradas hablábamos de cómo nuestro cerebro estaba desajustado y de cómo podíamos empezar a comprendiendo (y sintiendo) cómo está desajustado, empezar a “hackearlo”. En ese desajuste veíamos que el cerebro suele estar en modo de alerta, activando las respuestas de lucha, huida o congelación. Veíamos también en la entrada anterior que para que el cerebro pudiese salir de este estado de alerta necesitamos dos cosas:
Ausencia de señales de peligro. (Lo vimos en la anterior entrada cuyo link incluyo un poco más abajo).
Presensia de señales de seguridad: lo cual vamos a desarrollar hoy. Esta la voy a dividir a su vez en dos partes:
I. La neurobiología del nosotros, es decir cómo el cerebro se desarrolla gracias al otro y cómo esa programación permanece toda la vida. (Por cierto, si sois padres… muy, muy recomendado “El cerebro del niño” de Daniel Siegel).
II. La Teoría Polivagal de Porges para entender el papel de la seguridad en todo esto.
Para ver a qué nos referimos con que el cerebro está desajustado:
Para ver cómo empezábamos a poder comprendiendo y sintiendo cómo ajustarlo:
Presencia de señales de seguridad:
I. La neurobiología del nosotros:
Para entender esto, voy a remitirme brevemente al desarrollo evolutivo del niño, es decir, cómo el niño se desarrolla desde que nace.
Cuando el niño nace, el cerebro está muy inmaduro, no tiene madura ni la parte emocional ni de generación de recuerdos ni memoria (es decir, todo el sistema límbico está inmaduro), y tampoco tiene madura la corteza cerebral, la parte dónde realizamos los procesamientos superiores y dónde surge la cosnciencia. Prácticamente y simplificando, sólo tiene maduro el tronco cerebral, o si queremos el cerebro reptiliano, es decir el encargado de la supervivencia, el ritmo del corazón, los pulmones…
Esto es algo maravilloso porque significa que tanto el área límbica, cómo la corteza, se van a configurar (programar), con lo que el niño encuentra en su entorno al nacer. Ya hemos visto que esto nos dota de una gran flexibilidad para adpatarnos al entorno en el que nacemos, pero que puede dar problema si el entorno en el cual nacemos cambia generándonos rigidez psicológica y disfuncionalidad de muchos tipos, ya que nuestro cerebro se programo para el entorno en el que nacimos, “presuponiendo” que dicho entorno se va a mantener estable, quizás sea esta una de las razones biológicas por las que la impermanencia nos da tantos problemas.
Al nacer, el cerebro “virgen” del niño se va a ir construyendo (programando), a través de las interacciones con sus cuidadores. Los cuidadores y el entorno “crean” o “construyen” el cerebro del niño. El cerebro, pasa así a ser una construcción social, o algo que se construye desde el otro.
Simplificándolo mucho y ya hemos comentado algo al respecto. El niño tiene sensaciones corporales, esas sensaciones corporales generan reacciones en el niño (llanto, balbuceo, movimientos…), que son la comunicación con la que el niño se va a expresar, entendamos que no es una comunicación “consciente” o volitiva, sino algo automático. Los cuidadores y el entorno responden o no a dicha “comunicación”, si la respuesta es lo que se ha venido a llamar coherente (es decir, el cuidador percibe la señal, la interpreta adecuadamente y genera una respuesta razonable a esa “comunicación” en un tiempo razonable), el niño (o quizás el cerebro dl niño se siente sentido. Ese sentirse sentido, significa siendo un poco filosófico o metafísico, el niño y el cerebro del niño empiezan a saber que existen, y desde ese “saber que existo”, se va a ir desarrollando un yo (es complejo explicarlo en más detalle, tanto la FAP, psicoterapia analítica funcional, como la TMR, teoría del marco relacional, tienen teorías muy plausibles de cómo se construye la identidad del yo).
Sea cómo fuere, aquello que el niño expresa y que recibe una respuesta contingente y coherente, hace que eso empiece a “existir”, o a saber que eso existe. Lo que no reciba una respuesta contingente o coherente, no necesariamente va a existir.
Dicho de otro modo, “existo” porque el otro me percibe y me hace saber que me está percibiendo. Sin ser visto por el otro, no adquiero consciencia de mi existencia (por eso hemos señalado que hay muchas cosas que no vemos).
A este respecto recomiendo las lecturas de Daniel Siegel, especialmente un audiolibro de un curso que se llama “Neurobiology of we”, es decir la neurobiología del yo. Aunque estoy expresando de un modo más filosófico que “no soy” sin el otro, todo esto es algo que deviene de la neurobiología moderna y Siegel es un magnífico investigador, profesor de Psiquiatría de la UCLA y divulgardor.
El cerebro está diseñado para conectarse a otros cerebros, y sin otros cerebros, su funcionamiento no va a ser correcto, no se va a desarrollar correctamente.
De adultos nuestro cerebro sigue con esa programación biológica de conectarse a otras mentes y de hacerlo del siguiente modo.
Cuando te percibo, mis neuronas espejo perciben tu cuerpo, tu lenguaje no verbal, tus gestos… toda esa percepción es automática, y toda esa percepción baja del cerebro hacia el cuerpo para cambiar el cuerpo y adoptar la misma postura, gestos e incluso estados viscerales de la persona que tienes en frente (si, incluso de eso es capaz el cerebro). Tras generarte el mismo estado somático, esas sensaciones suben de nuevo al cerebro y desde ellas generas emociones. Te sientes cómo se siente la otra persona. No es magia, es tu cerebro conectándose al otro (es el mismo mecanismo del contagio de los bostezos o de darte sed cuando ves a alguien beber, pero más sutil). Cuando te sientes cómo la otra persona y gracias a tu trabajo de sentir, sentir, sentir, lo haces consciente, puedes darte cuenta de que eso que sientes te viene de la otra persona.
Cuando te das cuenta de eso, generas una comunicación coherente (acuerdate que la he definido un poco más arriba), y vas a devolverle al otro una comunicación de algún tipo, sea o no verbal, en la que incluyes el propio estado que él te ha dado (te he sentido), y le devulves algo también de ti (tu propio estado). El otro te recibe, esa recepción va a cambiar su estado, y te devolverá algo que incluye un reflejo de tu estado más algo de él… y así una y otra vez…
Así que se produce una especie de bucle de retroalimentación dónde sientes al otro y te sabes sentido o incluso te sientes a través del otro, porque te devuelve lo tuyo, “te he sentido” y en ese “te he sentido”, tomás más consciencia de lo que sientes. Maravilloso y mágico bucle que define que no somos un yo, sino un nosotros. (Me remito a Siegel de nuevo).
Cómo véis esto resuena mucho a todo lo que nos viene de oriente de no hay una separación entre yo y tú, y hoy sabemos que nuestro cerebro está diseñado para conectar, conectar de un modo en que sólo se siente a si mismo si se siente sentido por ti. ¿Mola no?
¿Cuándo te sentiste sentido la última vez?
Cómo adultos, quizás haya iba a decir un requisito, pero no es verdad, es más un facilitador. Este facilitador es lo que Siegel mete en una regla nemotécnica que llama COAL (Curiosity, opennes, aceptance, loving), que traducido sería, curiosidad (ya hemos hablado de ella, apertura, aceptación, y vamos a traducir loving por amabilidad compasiva).
¿Qué significa esto?
Cuando estes con otra persona, para sentirte sentido hay que desarrollar una actitud de curiosidad (a nivel fisiológico la curiosidad es incompatible con el miedo, de ahí que es una pauta y herramienta maraviollosa, vuelve al enlace que añado a continuación para trabajar un poco tu curiosidad)
Al haber curiosidad, hacia la otra persona y hacia ti mismo, el miedo se desvanece, el miedo a ser visto (sentimos gran verguenza por partes de nosotros que creemos sólo nosotros tenemos), y sentimos también a menudo miedo de lo que la otra persona nos pueda decir, mostrar o reflejar ya sea de él mismo o de nosotros mismos (por ello, cuanto más y mejor seamos capaces de sentirnos menos miedo habrá a lo que nos puedan reflejar).
La apertura es parte de lo mismo, estar abierto a lo que pueda surgir, cualquier sensación, lo que venga está bien, no siempre será agradable, pero está bien tal cómo viene, tal cómo es. La aceptación, no me voy a meter en ello ahora… daría para mucho, recuerda que aceptar no es resignarse, es pasivo, aceptar es activo, decido coger esto que aparece, decido sentirlo, decido verlo, porque estoy empezando a verme a través del otro. Y la amabilidad compasiva, ya hablaremos mucho de ella, porque sin ella… estamos realmente perdidos en el trabajo de comprender, aceptar y hacer más eficientes nuestros cerebros. Nos basta ahora con que comprendas que “tu desajustes” tienen su razón de ser, tanto por la configuración evolutiva de tu cerebro, que está diseñado para buscar alertas constantes, cómo que comprendas que en tu historia, tus desajustes son más que razonables. No significa que tengan que estar ahí, simplemente que dejes de pelear con ellos para… hacer otra cosa (pero esto va a ser tema de muchas entradas, así que no te preocupes).
Pero si te recomiendo que en tu vida pienses en esto COAL, curiosidad, opennes (apertura), aceptación y loving (amabilidad compasiva).
UNA EXPERIENCIA:
Como sabéis, el pasado domingo hicimos una salida a la sierra, dónde 21 personas compartimos un ratito de naturaleza, algunas meditaciones, algunas explicaciones y algún baño en pozas fresquitas.
Fue muy agradable y un éxito. En noviembre repetiremos. Hay algo que sucedió después que es algo que quiero facilitar.
Un grupo de 21 personas es un grupo grande.
Luego tras salir cada uno ya para su casa, compartía coche con otras tres personas (lindas personas). Finalmente decidimos tomarnos una cervecita (los montañeros lo entenderéis), sólo se tomo una, y además dos de los allí presentes eran sin alcohol, así que no podemos decir que el mediador fuera el alcohol (o el desinhibidor).
Sentados empezamos a charlar, y con alguna pregunta respecto a estas cuestiones sobre gestión de emociones la charla giró sobre mi experiencia personal. Había curiosidad por parte de los contertulios, pero una curiosidad abierta, no una curiosidad morbosa, por mi parte, había apertura y amabilidad hacia mi experiencia, así que conté muchas cosas de mi experiencia que se considerarían personales e incluso se me dijo que era “valiente” de compartir esas cosas de manera abierta. Curioso que en la terapia centrada en la compasión el corage sea una de las principales cualidades a desarrollar en la persona, el corage es necesario para todo lo que os estoy invitando a hacer en estas entradas.
De modo natural la curiosidad, la apertura, la aceptación y la amabilidad compasiva fluyeron entre los cuatro, cayeron las máscaras y las corazas y cada uno hablo de su experiencia, de su dolor, de sus preocupaciones, siendo cada uno sentido por el resto y el resto por cada uno, generando un nos.
El comentario era, “que curioso que crees que este tipo de cosas (o malestares) son sólo cosa tuya y luego descubres que todos lo tenemos de algún modo o medida”. Eso lo sabemos, pero no es lo mismo saberlo que sentirlo…
Gracias a estas cualidades y al contexto de “la quedada” se pudo producir una comunicación profunda, de las que no estamos acostumbrados (o no sin alcohol), que desde el punto de vista psicológico “normaliza” lo que nos sucede, consiguiendo que el dolor sea dolor sin sufrimiento (el dolor es inevitable, el sufrimiento es tódo lo que la mente añade, y sólo con quitar el sufrimiento, el dolor inevitable se hace mucho más llevadero y ligero). De hecho, aunque se habló de dolor, estábamos todos muy regulados (de esa regulación que deviene de la presencia de señales de seguridad hablaré en el siguiente newsletter).
No se trata (ya lo veremos), de eliminar el dolor de la vida (siempre va a haber incomodidades o dolores), sino de estar regulados en ellos.
Hoy sabemos que en los últimos 50 años las patologías mentales ha ido aumentando, así cómo el consumo del ansiolíticos y de antidepresivos. Aumentan también los suicidios. Hay muchas teorías sobre esto, pero a nivel psicológico, antropológico, y social una de las hipótesis que más fuerza está tomando es la progresiva perdida de obejtivos y valores comunitarios hacia valores y objetivos individuales. Si comprendemos que somos un nosotros y no un yo, comprenderemos que este cambio genera un desequilibrio inevitable del cerebro, ya que está configurado para conectarse a otras mentes, y sin ello… pues eso…
Lo que se produjo en la ruta y luego con esa cervez, fue la priorización de lo comunitario o lo social o la mente común, frente a la individual.
TAREA:
Trata de desarrollar una actitud COAL (curiosidad, apertura, aceptación, amabilidad compasiva), hacia toda actividad que desarrolles, elige una y empieza por esa. Puede ser cualquier tarea. Puede ser simplemente la actitud transversal en cualquier ejercicio de meditación. Si te atreves, prueba a tener esa actitud con otra persona, o un pequeño grupo, no más de tres o cuatro, y observa que sucede cuando desarrollas esa actitud.
Aparte de la anterior, si esto que hoy he escrito te resuena, busca conectar con otras personas y conectar desde lo que te he contado, desde el poder mostrarte en profundidad para ser visto y aceptado desde una amabilidad compasiva, y eso… es lo más curativo y transformador que te vas a poder encontrar. No pienses que esto sólo es posible con una pareja, o con un amante, esto es el modo en que nuestro cerebro está configurado para funcionar en nuestras relaciones nucleares, es decir para todo aquel que esté cerca de nosotros.
Profundidad frente a superficialidad, para sentir, sentir, sentir, sentirte en mi y sentirme en ti (y recuerda, no hablamos de amor romántico ni sexual).
Ánimo.
Genial!
Cuantas cosas explica esto.
Lo que llamamos empatía?
Porque nos sentimos mal frente a algunas personalidades y en cambio arrebatadoramente atraídos por otras?
Muchas gracias Abel.
Muy interesante... no somos un solo yo... mucho que pensar! Gracias