Sómos un sistema biológico maravilloso.
Todo lo que somos ha sido provado por la evolución. Algunas cosas durantes cientos de miles de años, y otras, durante cientos de millones de años.
Uno de los sistemas más interesantes es lo que llamamos el Sistema Nervioso Autónomo, es un sistema autónomo, no lo controlamos, y gesitiona y hace muchas cosas.
Resumiendo mucho, gestiona a dónde va la energía del cuerpo, si hacia el movimiento externo, o hacia la gestión metábólica interna.
Ya nos meteremos en profundidad en este sistema pero nos valdrá por ahora la siguiente idea (ya explicaremos en detalle el SNA y la teoría Polivagal):
El 10 es la respuesta simpática pura, el 1 la parasimpática.
Del 7 al 10, es sistema nervioso autónomo está alerta, y entramos en modo de supervivencia de modo huida o ataque.
Del 1 al 3, es la respuesta de congelación, hacernos los muertos para pasar el peligro.
Entre el 4 y el 6 es dónde funcionamos bien, lo que se llama ventana de tolerancia.
Evolutivamente, lo primero que apareció fue la respuesta de congelación ante los estresores de la vida. ¿Qué significa esto? Hablamos de seres vivos que cuando estaban amenzados o en peligro “se hacían los muertos” para sobrevivir.
Después, cuando aparecen los cordados (la columna vertebral), aparece una respuesta más compleja de sobrevivir, que es la de huir o atacar.
¿Qué ha sucedido cuando un mamífero ve amenazada su vida?
Simple, huye, ataca o se hace el muerto.
Esto tiene mucho sentido, ya que lo que está haciendo es “evitar” morir, “evitar” la dificultad, y la “evita”, tanto si huye, cómo si pelea y gana, o cómo si se hace el muerto para que el depredador le deje.
Dicho de otro modo. Si me ataca un león y percibo la amenaza, si huyo, puede que sobrevia y “evito” la muerte, si peleo, puede que gane y “evite” la muerte, si me hago el muerto, puede que no le resulte interesante al depredador y se vaya volviendo de nuevo a “evitar” la muerte.
Si queremos este “evitar” es sinónimo de “salir” de la situación problemática o amenanazante y nuestro sistema nervioso autónomo, está diseñado para sacarnos de las situaciones amenzantes.
Esto es genial, cuando estamos amenazados tenemos un gran repertorio para sobrevir.
El problema viene de que la evolución nos ha ido dotando de nuevas capas y capacidades. La corteza cerebral nos da una gran ventaja evolutiva en muchos aspectos (ya los explicaremos poco a poco), pero da también algún problemilla. Esta capa es capaz de relacionar cualquier cosa con cualquier cosa a través de relaciones totalmente arbitrarias y que no responden a leyes naturales. Esto nos da una gran riqueza de mundo mental. Tanto, que podemos llegar a sentirnos amenazados por nuestro mundo mental, o nuestro mundo interior, es decir, por los contenidos de nuestra mente.
Es decir, ¿si en lugar de sentirte amenzado por un tigre, te sientes amenzado por el miedo a salir de casa por si te encuentras el tigre? ¿o si te sientes amenzado por pensamientos intrusivos que entran una y otra vez? ¿o amenazado por un sentimiento de tristeza, de incapacidad, de frustración? ¿o quizás por un recuerdo que aparece una y otra vez sin llamarlo? Simplificándolo, ¿y si en lugar de sentirte amenzado por algo que está sucediendo (el león o el tigre), te sientes amenazado por lo que tu mente te dice que puede suceder, así como por las emociones e imágenes que eso te genera? Veamos las opciones.
Cómo huir, atacar y congelarse han sido respuestas funcionales durante cientos de millones de años, ¿qué crees que el sentido común te llevará a hacer?
Si, has acertado, tratarás de huir de tus sentimientos, emociones, pensamientos, sensaciones, recuerdos… Tratarás también de pelear con ellos, en este caso tratando que desaparezcan, tratando de cambiarlos, o transformarlo, o simplemente quedarás aletargado e hipoactivo como sin energía. Es decir, huirás, lucharás, o te congelarás.
Pero… ¿cuál es la diferencia entre el tigre y lo que sientes, piensas, temes, recuerdas? Hay muchas, pero la principal, es que el tigre está ahí fuera y lo que sientes, piensas, temes, recuerdas… está dentro.
¿Se puede huir de lo que tienes dentro? Huir se ha mostrado durante cientos de miles de años efectivo para las amenazas externas, pero ¿y con las internas? Cómo hemos dicho, arrastramos un cerebro maravilloso con una herencia fascinante, pero la parte “cognitiva” es muy moderna, y aunque maravillosa y resuelve muchas cosas, genera algunos problemillas, entre ellos, que podemos sentir amenazas internas. Nuestro maravilloso cerebro va a aplicar para las amenzas internas lo mismo que has estado aplicando durante muuuucho tiempo para las externas y no va a funcionar. No quiero que lo razones, quiero que me digas, según tu experiencia, que tal te ha huido huir de pensamientos, sentimientos, emociones, recuerdos… ¿Qué tal ha ido tu experiencia? En el mejor de los casos me dirás que te funciona un rato, una semana, un mes… pero que al final vuelve y vuelve con más fuerza.
Lo mismo podemos decir de luchar… puedes realmente luchar con lo que sientes o recuerdas… es me recuerda siempre esta frase cuando alguien se enfada… “no te enfades” ¿qué tal funciona?, o cuando alguien te dice “no te preocupes pero…” ¿funciona? cómo es tu experiencia peleando con eso.
Y congelarse… pues eso, si te congelas quizás parezca que funciona porque se adormecen tus sentidos, pero ¿cómo va el resto de tu vida cuando estas en ese estado hipoactivo aletargado?
Antes de que me preguntes, ¿y entonces qué hago?, hay algo más importante, dejar de hacer lo que no funciona. Esto ya empieza a ser muy taoista u orientalista, lo primero es dejar de hacer, casi no hacer.
Lo primero que necesitamos es dejar de huir, atacar o congelarnos ante los contenidos mentales. ¿Cómo iniciamos esto?
Para ello, lo esencial es saber en que puntuación del continuo del sistema nervioso autónomo nos encontramos, es decir, si estoy hiperactivado en el 7, 8, 9, 10, sin duda pondré en marcha estrategias de huida o ataque. O por el contrario, si estoy hipoactivado, el 1, 2, 3, pondré sin duda en marcha estrategias de colapso y congelación.
Cómo todo lo que llevamos comentado, no puedo cambiar lo que no veo, o aquello de lo que no soy consciente.
Así que:
Lo primero es poder situarme en el mapa del sistema nervioso autónomo, es decir, saber cómo me siento y se siente mi cuerpo, para saber si estoy hiperactivado o hipoactivado, porque estando en los extremos, mis conductas serán de huida, ataque o congelación. Como dice Deb Dana “Hacer consciente la respuesta autónoma aporta la influencia de la percepción a la experiencia de la neurocepción” (La teoría polivagal en Terapia, pág 42). Esto significa que ya tu cerebro no sólo está utilizando información incosciente para ponerse o no alerta, sino que además estas incoporando información desde los centros de consciencia y de algún modo va a cambiar el procesamiento final que hace tu cerebro. Por otra parte, te estás parando a mirar y observar tu estado autónomo, lo cual es si quieres contemplación, meditación, lo que significa desde las terapias de tercera generación que estas defusionándote de ese contenido de la mente, es decir de ese estado de alerta, y cómo veremos más adelante, pudiendo por tanto “decidir” si te comportas de acuerdo a él (huida-ataque-congelación), o si te comportas de otro modo (Porges hablaría del compromiso social como vía regulada de resolución de conflictos).
Así que aunque podríamos seguir explicando mucho más, lo que nos ocupa ahora es darnos cuenta del estado autónomo, para más adelante decidir si “le hago caso o no” al haber añadido más información que sólo la neurocepción (información inconsciente automática y amplificada que el cuerpo nos da de los eventos externos e internos que vivimos en nuestra mente), por eso es tan importante no sólo percibir el estado autónomo final, sino también como llevamos haciendo dos semanas, entrenarnos en la percepción de los estados corporales para hacer más consciente esa neurocepción que es inconsciente.
Insisto, 1. Etiquetar el estado autónomo en el que me encuentro (sentirme). 2. Ver si tengo la necesidad mandatoria de comportarme según me indica o si no es así. Para por el momento, simplemente dejar de huir, atacar, congelarme, antes situaciones externas, pero sobre todo internas (emociones, pensamientos, recuerdos), donde mi experiencia me dice que “resolver” de ese modo no ayuda.
EJERCICIO DE RECONOCIMIENTO DE LOS ESTADOS AUTÓNOMOS:
-Reuerda una situación en la que te hayas retraido y de algún modo congelado. Puede ser una situación en la que simplemente te sintieras fuera de lugar y te sintieses algo bloqueado, como fuera de lugar. Puede ser también la situación del domingo por la tarde cuando no tienes ganas de nada, o cuando ante una gran cantidad de trabajo y de tareas te bloqueas y sientes que no tienes energía para hacer nada. Son estados de energía, del tipo, estoy de bajón, me encuentro fuera de lugar, o no se por donde empezar y me siento sin energía, sin fuelle. Esto es la respuesta de hipoactivación. Recuerda alguna situación en la que la hayas sentido y trata de recrearla en tu cabeza. ¿Dónde estabas? ¿con quién? ¿qué ocurrió? ¿cómo te sentiste?… cuanto más detalle tenga el recuerdo mejor. Trata de observar ahora tu cuerpo, cómo te sientes, qué se siente en tu cuerpo, ¿y en tus vísceras? Esta es tu respuesta de hipoactivación o congelación.
-Recuerda una ocasión de enfado en la que hayas saltado. Trata de recrear la situación lo más posible en tu mente, dotándola de la mayor cantidad de detalles posibles. Puede también ser una situación en la que estando sólo te sintieras inquieto, nervioso, desasosegado. ¿Dónde estabas? ¿con quién? ¿qué dijiste? ¿qué dijo? ¿qué ocurrió? ¿cómo te sentiste?… cuanto más detalle tenga el recuerdo mejor. Trata de observar ahora tu cuerpo, cómo te sientes, qué se siente en tu cuerpo, ¿y en tus vísceras? Esta es tu respuesta de huida y ataque.
-Ahora trata de conectar con un recuerdo de un lugar dónde te sientas especialmente cómodo, tranquilo, seguro. Puede ser también el recuerdo de estar en compañía de alguien, un abuelo, una pareja… con quién tengas un recuerdo de mucha seguridad. Recréalo, dota el recuerdo de la mayor cantidad de detalles sensoriales que puedas. Ese es tu estado regulado.
A lo largo del día, cuando pares a sentir el cuerpo, mira a ver en cual de los tres estados estas, hiperactivo, hipoactivo, o regulado. Sino has trabajado los ejercicios de días anteriores, creeras que estás siempre regulado, porque desrregulado es para ti lo normal y lo sientes cómo normal. Párate y míralo un poco más de cerca, si estas a la defensiva con algo, alguien o contigo mismo, si estas sin energía y como hundido sin algo que lo justifique (no haber dormido, salir a correr dos horas…), no estás regulado, estás hiper o hipoactivo.
Necesitamos atrevernos a mirar realmente cómo estamos.
Ánimo, coraje para mirar y curiosidad por lo que encuentres, apertura para que realmente los diversos estados se puedan dar, aceptación con lo que encuentres, es decir… es importantísimo que no te pelees con el estado en el que te encuentres ¿jod… por qué estoy otra vez así…? no pelees, estás descubriendo tu sistema nervisoso autónomo, acepta lo que en su sabiduría hace (ya nos meteremos en qué lo lleva a un sitio u otro, pero primero tenemos que ver dónde está), y ya hablaremos muuuucho de esto, se amable contigo en todo este proceso. Encontrarás reacciones, modos o partes de ti que no te gustan y que no queremos ver, se amable, responden a partes en tu historia dónde eso fue necesario, pero como digo, ya nos meteremos.
Sentir, sentir, sentir…
Muy interesante , muy claro y muy curioso......Gracias
❤️❤️❤️